En casa comemos mucha remolacha, es fácil de encontrar (aquí en Galicia la roja se encuentra también fresca), económica, y da bastante juego. ¿Cómo la comemos?
En ensalada, con huevo duro, patata cocida y cebolla cruda. Se le puede añadir también unas anchoas picadas. El truco para mi está en abundar de vinagre y pimienta, el toque ácido va muy bien con el dulzón de la remolacha.
Puedes ver aquí la receta de la que traje inspiración de Hugh Fearnley-Whittingstall (siempre sea alabado):
En risotto, como éste que fotografié para el blog de Panzani (aquí la receta: Risotto con remolacha y queso azul).
En sopa como por ejemplo este Borscht ruso. La receta más adelante en Panepanna, después del taller de cocina rusa en Sevilla (en Estraperlo). ¡El sábado 21!
Las remolachas se asan muy fácilmente, sencillamente se cubren con papel albal y al horno caliente hasta que estén tiernas. En mi casa, mi madre las ponía siempre sencillamente con un poco de aceite de oliva virgen extra, sal fina y mucha pimienta negra. Otra forma de aliñarla sencillamente es con un poco de piel de limón encurtido. Si encontráis remolacha fresca con sus hojas aún en buenas condiciones, no las descartes: están muy ricas cocinadas como cualquier otra hoja verde (piensa en espinacas, acelgas, berza…). Picadas en sopa, en crema, cocidas, salteadas, en wok… ¡No se tira nada!
